La esfinge de Giza: Guardiana de las pirámides

En todas las culturas mediterráneas existió en la concepción mítica un extraordinario animal, la esfinge.

Con cabeza humana y cuerpo de león, representaba diversos conceptos. Para los griegos, simbolizaba la sabiduría. Famosa es la historia de la esfinge y su enrevesado acertijo que debían resolver todos aquellos que deseasen llegar a Tebas.

En Egipto, también tuvo un importante papel en su concepción mitológica, aunque con distinta significación. La representación de un monarca con cuerpo de león mostraba el poder que ese monarca podía haber llegado a acumular durante sus años de gobierno. El león, símbolo de magnificencia y poder, era la mejor representación de la monarquía egipcia. Y así lo entendió Kefrén cuando ordenó a sus artesanos que tallasen la impresionante esfinge con su rostro.

La esfinge de Giza.

La esfinge de Giza.

El arte egipcio es un arte esencialmente para la eternidad. Los faraones fueron los encargados de dirigir y ordenar la construcción de grandilocuentes manifestaciones arquitectónicas. A parte de sus palacios, y de los templos, esta arquitectura grandiosa encontró su mejor expresión en los monumentos funerarios. Las pirámides levantadas durante el Imperio Antigua, y más concretamente durante la IV Dinastía, tenían tan sólo la misión de proteger el cuerpo del faraón que allí sería depositado.

La decoración interior de sus galerías y salas no se concebía con la idea de ser un disfrute para los vivos, sino para los muertos. En definitiva, estas construcciones han legado el mejor ejemplo de la capacidad de gobierno de unos hombres capaces de movilizar a millares de personas que durante su reinado, a veces de escasos años, debían levantar enormes moles de piedra que sirviesen como alojamiento y protección de su cuerpo.

esfinge de Giza

Los faraones de la IV Dinastía (2680 – 2560 a. de C.) construyeron un enorme, y casi increíble, complejo funerario en Gizé. En esta llanura, destacan sobremanera las colosales estructuras de las pirámides de Keops, la más grande, de Kefren y de Micerinos. En general, todas estas construcciones, no sólo de las pirámides de los faraones, sino las de sus familiares y personajes relevantes de la corte, así como todos los templos anexos, se caracterizan por la simplicidad de formas. De tal manera, que el conjunto destaca por su grandiosidad, aunque el trabajo fue más bien simple en su aspecto formal, con el uso de enormes bloques de piedra apenas pulidos en sus partes exteriores.

Dentro de este complejo funerario se encuentra la famosa esfinge de Gizé. En concreto, se sitúa entre las pirámides de Kefrén y la de Micerinos. Desde la Antigüedad se ha visto envuelta en el misterio, y ya los propios egipcios, tenían problemas a la hora de dilucidar cuál es su origen, a quién representa y quién mandó que fuese esculpida.

Los antiguos habitantes de Egipto creían que con toda seguridad la esfinge representaba a Ra – Horajte, es decir, a Ra – Horus del horizonte. La única prueba sobre la autoría de esta obra es muy posterior y hace dudar a los egiptólogos. Se trata de una inscripción que ha dado a conocerse como “Inscripción del sueño”. Según la misma, el futuro faraón Tutmosis IV era un príncipe que se caracterizaba por su gran afición a la caza. Durante una de sus muchas salidas para intentar batir leones, decidió sentarse y descansar a la sombra de la gran esfinge de Gizé. Pronto, se quedó dormido, teniendo entonces un extraño sueño. El dios del sol, Ra, le habló, prometiéndole que pronto ascendería al trono. También le ordenó que limpiase la esfinge, asegurándole que había sido ordenada esculpir por el faraón Kefrén.

Las interpretaciones modernas se refieren a un renovado interés de los egipcios por el culto al dios del sol de la ciudad de Heliópolis. De la misma manera, la orden de restauración del monumento dirigida por Ra habla de un progresivo deterioro de la esfinge ya en tiempo de Tutmosis IV, faraón de la Dinastía XVIII (1567 – 1304 a. de C.). Lo cierto es que el deterioro de la esfinge de Giza ha sido considerable desde época antigua y ha sufrido diferentes restauraciones. Son numerosas las marcas de agua que se pueden observar sobre la roca, producto de sucesivas inundaciones provocadas por el río Nilo.

Por otra parte, son también palpables numerosos desperfectos en el rostro tallado. También la arena habría jugado un importante papel en la degradación del monumento, ya que la caliza tallada no es de una excesiva calidad, y la escultura colosal ha llegado a estas cubierta totalmente de arena excepto la cabeza.

Lo cierto, y la teoría más aceptada por los egiptólogos hoy en día, es que fue ordenada esculpir por el faraón Kefrén. De esta manera, el rostro del animal mitológico representaría a este faraón. Hoy en día, algunos investigadores refutan esta teoría basándose en complicadas y dudosas fuentes. Por lo tanto, todo parece hacer creer que el faraón antes citado fue el propulsar de semejante obra.

La esfinge Giza

Se encuentra situada sobre un afloramiento rocoso de caliza que, como hemos comentado, no es de muy buena calidad, lo que favorece su erosión por efecto del agua y del viento. Este afloramiento rocoso habría sido utilizado como cantera por los obreros encargados de la construcción de la pirámide del faraón Keops. Así, se le habría dado ya una cierta forma natural. Kefren, que se habría percatado de ello, habría mandado a sus escultores que la retocasen hasta obtener la imagen actual, con una altura de 20 metros y una longitud de 60. La talla fue muy simple, y tan sólo destaca el rostro y su enigmática mirada. El tipo de tocado, a decir por los historiadores del arte, recuerda claramente las características de la estatuaria de la IV Dinastía. Las patas están compuestas por grandes pilares de piedras añadidos.

En su interior hay algunas cámaras y pasadizos subterráneos, lo que ha acrecentado su misterio (Se ha llegado a afirmar que uno de estos pasadizos conectaría directamente con la pirámide de Keops). Lo único que se sabe con cierta seguridad es que ya en época predinástica el lugar fue elegido como centro de enterramiento. Por eso, varias tumbas se habrían excavado en el afloramiento rocoso que ocuparía la esfinge, aunque fueron rellenadas. También se afirma que el propio faraón Kefrén fue enterrado dentro de la esfinge, aunque parece fuera de lugar que ocurriese efectivamente.

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