Fotógrafos en la época de las expediciones a Egipto

Uno de los viajes más apasionantes de la Historia del Antiguo Egipto nos lo han ofrecido algunos profesionales del llamado octavo arte, a través de la peculiar visión que ofrecían esos objetivos sobre la realidad del momento.

La verdad es que los fotógrafos han sido, a lo largo del tiempo, auténticos notarios de la historia y así lo han considerado también los estudiosos de la Historia siendo bastante corriente el uso y análisis de la fotografía como documento histórico.

La fotografía y Egipto formaron un buen tándem; los viejos aventureros y descubridores del Antiguo Egipto se solían hacer acompañar por uno o varios fotógrafos con el fin de que, aunque fuera en blanco y negro, retrataran las maravillas de esa región y cualquier hallazgo que protagonizase la misión. Era muy común observar la cantidad de artilugios con los que solían viajar éstos y bastante difícil de transportar pero a través de esos antiguos aparatos que hoy no sabríamos ni por dónde empezar, se captaron los momentos más significativos de la historia.

Rudolf Lehnert y Franz Landrock son dos de las figuras más significativas del mundo de la fotografía, haciendo de Egipto su escenario favorito. El destino parecía haberles señalado desde el día de su nacimiento, ambos nacieron en el año 1878. Fue en Suiza donde comenzó su amistad y fue entonces cuando comenzaron a compartir un mismo deseo, el de visitar y trabajar en Oriente. Túnez fue la ciudad que asistió al inicio de la relación profesional de Rudolph y Franz; corrían los años 20 cuando se establecen en El Cairo creando su propio negocio, el “Oriental Art Publishing House”. El increíble fervor vivido en Europa por lo oriental y el lanzamiento del que sería el formato con más reclamo, las postales, resultaron ser las claves en las que la pareja de fotógrafos decidió apoyarse ofreciendo al público sus mejores reproducciones sobre la magia, el exotismo… que tanto las pirámides del Nilo como aquellos monumentos localizados en cada uno de los rincones bajo el sol del desierto; así como sus gentes, eran los principales protagonistas. Ambos llegaron a alcanzar el cielo del éxito pero es en 1948, en la ciudad de Túnez cuando Lehnert fallece; unos años más tarde (en 1966) fallecería Franz Landrock.

Fotografos en las espediciones a Egipto

Otro de los máximos fotógrafos que acompañaron a otros ilustres arqueólogos fue F. Frith. De él se ha dicho que fue uno de los últimos fotógrafos paisajistas del siglo XIX y uno de los hombres de negocios más inteligentes ya que supo sacar provecho de su profesión para convertirlo en un negocio de futuro. Este inglés nativo (Chesterfield, 1822) fue uno de los fundadores de la Sociedad Fotográfica de Liverpool y aplicó la inteligente filosofía de combinar profesión y placer. La venta de su exitoso negocio en unos 20 millones de dólares americanos actuales le sufragó sus ardientes deseos por para el resto de su vida teniendo las experiencias como fotógrafo. Egipto fue su primer destino y el trabajo fotográfico obtenido de este viaje fue inmediatamente comprado (Negretti & Zambra, una de las agencias fotográficas más destacadas de la época) y elogiado como uno de sus mejores trabajos. Su objetivo logró captar la soledad y la persistente majestuosidad presente en aquellos restos de columnas que, en conjunto, se asemejaban a bosques de piedra y jeroglíficos de ciudades tan emblemáticas del Antiguo Egipto como es el ejemplo de Karnac. Le seguirán dos viajes más a Egipto hasta completar un álbum y una exitosa carrera; tras su muerte en la ciudad de Cannes (Francia, 1898) la compañía fue heredada por sus hijos y gestionada por los mismos hasta 1968, encargándose además de distribuir y mostrar alrededor de todo el mundo las postales de su padre, uno de los mejores. La mayor parte de las fotos de estos artistas son exteriores pero existen hoy multitud de instantáneas en las que se recogen aquellos interiores en los que aún se percibe el agobiante hedor de la muerte.

Quienes hemos tenido la oportunidad de estudiar el arte del Egipto Antiguo elogiamos el magnífico trabajo que realizaron fotógrafos de la altura de los citados, ya que su talento ha sido empleado como herramienta a la hora de completar el análisis acerca de la evolución que han ido sufriendo obras de tanta importancia y con tanto reclamo turístico como es la Esfinge de Gizeh, las Pirámides… y los innumerables templos que sabemos que han tenido que ser trasladados, piedra a piedra, a otro lugares (de Egipto y del mundo) con el objetivo de salvaguardarlo de diversos agentes nocivos.

Howard Carter ha sido uno de los arqueólogos más conocidos de la Historia debido al tan esperado descubrimiento, la tumba de Tutankamón. Formando parte de ese famoso y malogrado equipo nos encontramos con Harry Burton, fotógrafo de profesión que se encargaría de captar los mejores y más sorprendentes momentos en la misión descubridora de uno de los tesoros más apreciados por los expertos.

howard carterHarry Burton

¿Quién no recuerda las instantáneas de Carter durante el proyecto de la tumba de Tutankamón? Estas imágenes en las que se rescata, de entre las arenas del desierto, todo el proceso del descubrimiento de la tumba, narra visualmente los sucesivos hallazgos que se iban localizando durante la emocionante labor emprendida desde 1922 hasta 1932.

Howard Burton se ha distinguido de entre el resto de sus colegas más que nada por el hecho de que era la primera vez en la historia de la arqueología que una excavación era fotografiada con tanta exhaustividad. El misterio que ha rodeado a dicho descubrimiento y la ola de muertes que se fueron sucediendo tras quebrantar el descanso eterno del faraón Tutankamón, se ha encargado de lo demás. Pero, sin dudarlo un momento, nos atrevemos a afirmar que el resultado del trabajo de dicho fotógrafo no tiene desperdicio, así también lo ha considerado la humanidad entera ya que estas fotografías han sido consideradas como patrimonio de la Humanidad debido a su elevado valor documental.

Las fotografías de Howard Burton han cruzado el planeta de exposición en exposición mostrando el anhelo, la sorpresa, la magia… que rodeó al hallazgo de la famosa tumba de Tutankamón.

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