Auguste Mariette: El gran descubridor de tesoros egipcios

Las noticias corrían como la pólvora y pronto Europa se rendiría a las maravillas faraónicas intentando adquirir antigüedades egipcias a través de los vándalos que se dedicaron a expoliar toda clase de tesoros, yendo a parar al mayoreo, a museos y colecciones privadas europeas.

Auguste MarietteLas ingentes cantidades de tesoros egipcios que se llevaba en expolio europeo era preocupante y fue la concienciación de las autoridades egipcias la que puso en marcha una política protectora en la que Auguste Mariette (Boulogne, 1821 –El Cairo, 1881) adoptaría un papel de una terrible relevancia ya que sería primer conservador de los monumentos egipcios. La relación de este experto arqueólogo de nacionalidad francés con los tesoros egipcios la encontramos desde el mismo momento en que es enviado a tierras faraónicas con la misión de encargado, en su calidad de asistente en el Louvre, de comprar en El Cairo unos papiros egipcios. Desde su llegada, y horrorizado ante la espantosa visión del pillaje faraónico, comprendió que la problemática ya no radicaba en investigar, ni en descubrir, sino en conservar lo hallado. En absoluto podemos hablar de una empresa fácil ya que Egipto era, por entonces, un vasto país, de una considerada pobreza, con instituciones débiles, y donde la población vendían cualquier objeto (incluso se llegó a sustraerlos de excavaciones científicas) a cualquier viajero extranjero que pagase en oro.

Mariette lamentaba que dichos vendedores ignorasen hasta qué punto era negativo para su país y para su cultura ya que poco a poco estaban robando un patrimonio inestimable; por ello las primeras medidas adoptadas fue poner fin al saqueo de tumbas y templos. Tras ser nombrado director de antigüedades por el jedive Abbas y obtener importantes artículos de su campaña protección de los monumentos de Egipto y Nubia, decidió iniciar la construcción del actual Museo de El Cairo. A partir de ese momento todo lo encontrado, ya fuese fruto del azar o de excavaciones planificadas, pertenecía en su totalidad al Museo, el cual sí que podía ceder unos pocos ejemplares sueltos pero como gratificación honorífica a excavadores serios. Desde el propio museo se gestionaba todo lo relativo al estudio de los hallazgos y a la conservación de las piezas encontradas en los mismos. El Museo también organizaría expediciones arqueológicas todos los años.

tesoros egipcios

Sus obras principales son: El Serapeum de Menfis (1857-1864), Abydos (1870-1879), Los papiros egipcios del museo de Bulaq (1871-1873), Dandara (1873-1875), Karnak (1875), Dayr al Bahari (1876), Las mastabas del imperio antiguo (publicado después de la muerte del autor por G. Maspéro – eminente egiptólogo francés quien le sucedió en la dirección del museo de Bulaq y en la de las excavaciones en Egipto).

estatua de Auguste MarietteEl trabajo de Auguste Mariette no sólo se orientó hacia la puesta en marcha de una política protectora y de asegurarse de su debido cumplimiento, sino que también participó en excavaciones de gran importancia como fue el descubrimiento del Serapeum De Menfis (1851), uno de los hallazgos más sobresalientes de la Historia. Ésta era básicamente una necrópolis subterránea en donde se hallarían una gran cantidad de gigantescos sarcófagos de piedra en los que descansaba Apis (momias de buey) y algunas joyas; para acceder a dichas cámaras mortuorias había que cruzar trescientos cincuenta metros de pasillos que comunicaban unas con otras.

Todo el mundo sabe que los egipcios adoraban a varias especies animales y vegetales, ya que pensaban que eran la encarnación de sus dioses: Horus en los halcones, Tut en los ibis, etc.; por lo que no nos resulta extraño encontrar momias de buey en dichas tumbas ya que se realizarían a modo de ritual para favorecer a los dioses. La enorme pasión mostrada por Auguste Mariette ante todos los temas relativos a la Egiptología le catapultarían como un gran estudioso de las pirámides, uno de los más grandes enigmas del Egipto Antiguo. Con respecto al misterio creado alrededor de la construcción de las pirámides, por más teorías que formuló una vez realizados los pertinentes estudios de los numerosos frescos existentes en el interior de las pirámides (véase el caso de la tumba de Ti), no pudo ver más que la pobreza tecnológica de aquel pueblo ni comprender la maravilla de la construcción de las pirámides; sino concluir que la prodigiosa e inexplicable fuerza constructora de dichos monumentos funerarios la constituían los propios brazos de los esclavos egipcios.

Los egipcios han mostrado un gran agradecimiento al famoso investigador y tras fallecer en el año 1881 (en la ciudad de El Cairo) recibió sepultura en un sarcófago de mármol al estilo faraónico y se erigió una estatua justo en medio del jardín del museo egipcio. Pero quizás lo más destacado del buen hacer del arqueólogo es que su influencia fue tal que es costumbre que al frente del Museo se halle un egiptólogo francés.

Auguste Mariette. Egiptólogo francés.

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