Arte saíta: Renovación y tradición

Cronológicamente, habría que situar este arte contemporáneo a la Dinastía XXVI. De esta manera, se asiste a una vuelta al pasado, del que se toman los modelos que inspiran las nuevas formas. Desde la restauración de la soberanía egipcia, con Psamético I hasta la invasión persa, el arte permaneció inestable aunque con algunos elementos que nos indican que los egipcios viven en una nueva época marcada por la decadencia de su fenomenal civilización. Así, podríamos encuadrar el arte saíta entre los años 663 y 525 a. de C. Aún así, tenemos que tener en cuenta que muchas de las peculiaridades de la estética de este periodo son tomadas, directamente, del arte desarrollado por los faraones nubios de la Dinastía XXV (715 – 656 a. de C.).

Estatua zoomorfa típica de la época saíta

Estatua zoomorfa típica de la época saíta

Políticamente, Egipto vive uno de los periodos más convulsos de su historia. El país se encuentra bajo la dominación del terrible Imperio asirio, implantados en la zona del Delta. Han instaurado un régimen de protectorado sobre la base de príncipes gobernadores de los nomos. En el sur, sin embargo, la dinastía nubia resiste permanentemente ante la dominación asiria. Sólo Psamético I podrá unir, una vez más, todos los territorios en torno a El Nilo, desde el sur hasta la desembocadura en el Delta. La posterior caída del Imperio asirio presionado por los babilonios de Nabucodonosor, posibilitará que Psamético se proclame faraón independiente.

Dentro de su programa político, Psamético I propugna un radical nacionalismo egipcio que mira al pasado. En el arte, esta constante será continua durante todos los reinados de la dinastía saíta. Las formas que se toman son las desarrolladas durante el Imperio Antiguo, aunque también son numerosos los elementos tomados de periodos posteriores, como del Imperio Medio o de la época del Nuevo.

La influencia del arte asirio, sin embargo, no llegó a calar entre los egipcios, sabedores del peso cultural de su civilización. Lo mismo se puede decir de la presencia de elementos griegos favorecidos por el propio faraón. Esta influencia griega no llegaría a calar entre los artistas egipcios ni siquiera en la época de los Tolomeos. Es más, fue más el influjo que el arte egipcio tradicional tuvo sobre las formas estéticas griegas, como lo demuestra la escultura.

En un periodo de decadencia como el del siglo VII y VI a. de C. la arquitectura no tuvo un especial desarrollo. Los faraones saítas se contentaron con la simple culminación o adición de elementos a templos, palacios y demás formas monumentales. Sin embargo, es extraño que en unos años de supuesta pobreza económica, hayan aparecido en la ciudad de Tebas tumbas de funcionarios especialmente ricas.

Uno de los ejemplos más sobresalientes es el de la tumba de Mentuemhat. Dispone de un pilono de entrada en forma de arco impresionante que da paso a un conjunto de tumbas. Se trata de un recinto amurallado cuyo lienzo se encuentra repleto de entrantes y salientes que recuerdan a formas arquitectónicas de la Dinastía III en Saqqara. Un vestíbulo de entrada abovedado da paso desde un patio a un complejo laberíntico de cámaras decoradas con textos funerarios jeroglíficos y multitud de representaciones en relieve de escenas votivas, que recuerdan claramente una mezcla entre la decoración de Deir el Bahari y la utilizada durante todo el Imperio antiguo. Las habitaciones funerarias se encuentran en un nivel subterráneo, al que se accede a través de una larga escalinata.

arte saita.

Una de las características más comunes de las tumbas saítas es la presencia de un patio que se encuentra al mismo nivel que estas cámaras subterráneas, pero que está abierto al cielo. En este patio se ha encontrado una rica decoración. En la parte occidental hay una columnata que dirige al visitante hasta los aposentos de enterramiento repleta de muros con relieves, mientras que en el muro oriental se han excavado multitud de nichos, con aparatosos dinteles, que contienen estatuas. Finalmente, tanto en la parte norte como en la sur, las paredes se decoran con ostentosos huecorrelieves.

Tanto en los relieves como en la estatuaria saíta, una de las principales características es el progresivo aumento del gusto por los rasgos especialmente individualizados. Por ejemplo, en los rostros se tiende a un cierto interés por el retrato realista, siguiendo un poco la pauta marcada en momentos anteriores. Igualmente, las formas adquieren mucha más complejidad y sólo en las estatuas reales aparecen rasgos que nos permiten identificar ciertas formas arcaicas. En los relieves, uno de los aspectos más sobresalientes es la talla de motivos vegetales con gran maestría, que será, posteriormente, influencia fundamental en la arquitectura de los periodos griego y romano.

En cuanto a los temas, hay una preferencia por las escenas de la vida cotidiana. En Brooklin se ha conservado un bello relieve fragmentario en el que una mujer amamanta a su hijo debajo de un árbol frutal, composición frecuente en el arte saíta. En la escena superior, que es la rota, se puede ver como una muchacha quita una espina del pie de otra joven. En la misma tumba de Mentuemhat se han descrito relieves donde el titular aparece profusamente vestido, aunque con unos rasgos lo suficientemente ligeros como para dejar entrever el modelado del cuerpo.

En conclusión, el arte saíta refleja uno de los momentos críticos del arte egipcio. El país empieza a abrirse a nuevas influencias, a las concepciones estéticas llegadas desde Oriente. Sin embargo, dentro de un profundo sentimiento de orgullo nacional, el artista se refugia en su grandiosa antigüedad para buscar sus modelos de inspiración.

 

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